Agua: cantidad necesaria
500 g de almendras
1 cucharada sopera al ras de ají molido
6 dientes de ajo picados
150 g de queso gruyer rallado fino
Sal y pimienta de molinillo a gusto
Lavar los dientes de ajo y secarlos con papel de cocina.
Colocar abundante agua en una cacerolita y llevarla al
fuego hasta que suelte el hervor. Incorporar las almendras, apagar el fuego y dejarlas reposar durante algunos unos segundos
para que sus pieles se aflojen.
Retirarlas de la olla y escurrirlas: pelarlas frotándolas con un paño y colocarlas en una asadera; tostarlas levemente. Retirarlas
del horno y espolvorearles el ají molido y los dientes de ajo picados.
Cubrirlas con el queso gruyer y salpimentarlas a gusto. Cocinarlas en horno de moderado a suave, controlando que el queso
y el ajo no se quemen, hasta que estén ligeramente doradas.
Distribuirlas en frascos previamente esterilizados.
Tapar y guardar en la heladera.
Envasar las almendras en frascos chicos. Completarlos bien hasta el borde para que quede la menor cantidad de aire posible
dentro del frasco.
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